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AUTONOMÍA
Este concepto es presentado por Piaget, quien manifiesta que los niños desarrollan tanto la autonomía en el ámbito moral como en el intelectual.
El estudio sobre este tema surgió debido a que las estrategias superficiales utilizadas por los educadores para que los niños aprendieran habían fracasado de una manera contundente. Para comenzar diremos entonces que el maestro no sólo se debe dedicar a transmitir un conocimiento, sino también a proporcionar a los niños espacios donde puedan hacer sus propias elaboraciones y por consiguiente sacar conclusiones. De aquí que el desarrollo de la autonomía significa llegar a ser capaz de pensar por sí mismo, con sentido crítico, teniendo en cuenta muchos puntos de vista, tanto en el ámbito moral como en el intelectual.
A continuación, se presentará un paralelo, el cual ensanchará el concepto de la autonomía.
AUTONOMÍA VS HETERONOMÍA
Gobernarse a sí mismo
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Ser gobernado por otros
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Mentir es malo, independientemente si es atrapado o no. La mentira se considera incorrecta porque sovaca la confianza mutua y las relaciones humanas. Si no queremos que otros nos mientan sentimos la necesidad de ser honestos.
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Mentir es malo, si se le atrapa. La mentira se considera incorrecta porque está en contra de ciertas reglas
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El bien y el mal lo determina cada individuo
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El bien y el mal se solucionan con reglas y por la voluntad de personas autoritarias
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Es deseable, pues está basada en la coordinación de puntos de vista, es decir, no sólo se toma en cuenta el punto de vista propio sino también el del “jefe” y de otras personas afectadas por X conducta.
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No es deseable, pues implica obediencia sin crítica a las reglas y a las personas con poder
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OJO
¿PERO QUÉ ES AQUELLO QUE HACE QUE UNA PERSONA LLEGUE A LA AUTONOMÍA?
Los adultos refuerzan la heteronomía natural de los niños cuando utilizan SANCIONES y estimulan el desarrollo de la autonomía cuando INTERCAMBIAN sus puntos de vista con los niños al tomar decisiones.
Tengase en cuenta que la autonomía no es lo mismo que la libertad total. Como adultos, desde la infancia debemos promover la autonomía en nuestros hijos, incentivándolos a que tomen sus propias decisiones.Por ejemplo: Cuando un niño de tres años llega a su casa con deseos de descansar, el adulto podría preguntarle, "¿Dónde te gustaría sentarte a descansar?", para que el niño pueda tomar en cuenta las actividades de los demás al decir donde se sentirá mejor bajo dichas circunstancias. También durante la comida, se le puede preguntar al niño cuánto desea del puré de papas, o si desea más leche o cuánto. Antes de ir a hacer una visita, los padres pueden preguntar al niño si sería una buena idea llevar un libro o un juguete para que éste no se aburra.
Algunos otros ejemplos son qué ropa es la más adecuada para usar durante el día, si sería mejor hacer el mandado antes o después de salir a jugar, y qué hacer con el dinero de bolsillo que recibe cada semana. Los niños deben empezar con decisiones pequeñas, antes de ser capaces de manejar otras más importantes.
Cuando los adultos ofrecen una opción a los niños, ésta debe ser real. No debemos ofrecer opciones, si terminamos oponiendo nuestra decisión. Por ejemplo, si preguntamos al niño si desea usar tal o cual vestido, debemos estar preparados para la posibilidad de que éste escoja lo contrario a nuestro propio criterio. Si el niño escoge lo que a nosotros nos parece inadecuado, podemos ofrecer nuestro propio punto de vista como una simple opinión más, y abstenernos de usar nuestro poder de adultos para imponer nuestro criterio. Si no podemos ofrecer una verdadera opción al niño, es mejor decirle desde un principio lo que deseamos que haga.
Tomado de "LA AUTONOMÍA COMO FINALIDAD DE LA EDUCACIÓN: Implicaciones de la teoría de Piaget" por Dra. Constance Kamii, Universidad de Illinois, Círculo de Chicago.
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