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  escuela dominical
  Sanciones
 


SANCIONES


Estas pueden ser positivas o negativas y se asemejan a lo que se conoce como premio y castigo. Cuando un niño miente, por ejemplo,  el adulto lo puede privar de su postre o hacerlo escribir 50 veces "No mentiré". El adulto también puede abstenerse de castigar al niño y, en su lugar mirarlo directamente a los ojos con gran escepticismo y afecto, y decirle:  "realmente no puedo creer lo que dices porque..." Este es un ejemplo de cambio de puntos de vista, que contribuye al desarrollo de la autonomía en los niños. El niño que percibe que el adulto no puede creerle, se sentirá motivado a pensar qué debe hacer para ser creído. El niño que es educado con muchas oportunidades similares, podrá, a lo largo del tiempo, construir la convicción de que es mejor para las personas tratarse con honestidad.

LAS TRES CONSECUENCIAS DEL CASTIGO
 
1. El cálculo de los riesgos: El niño que es castigado repetirá el mismo acto, pero tratará de no ser sorprendido la próxima vez. Aún a veces se puede oír a los adultos decir "no dejes que te vuelva a sorprender otra vez haciendo eso". A menudo el niño decide de antemano, estoicamente, que aún si es sorprendido, vale la pena pagar el precio del castigo a cambio del placer que obtendrá.





2. Conformidad: Algunos niños sumisos se convierten en perfectos conformistas, porque el conformismo les garantiza seguridad y respetabilidad. Cuando llegan a ser totalmente conformistas, los niños no tienen que tomar decisiones; todo lo que tienen que hacer es obedecer.


3. Rebelión: Algunos niños son perfectamente "buenos" durante años, pero en determinado momento deciden que están cansados de agradar todo el tiempo a sus padres y maestros, y que ha llegado la hora de empezar a vivir una vida propia. Hasta pueden llegar a involucrarse en diversos comportamientos que caracterizan la delincuencia. Estos comportamientos pueden parecer actos autónomos, pero hay gran diferencia entre la autonomía y la rebelión. En la rebelión, la persona está en contra del conformismo, pero el no conformismo no convierte necesariamente a una persona en autónoma.




Por lo tanto, el castigo refuerza la heteronomía de los niños y obstaculiza el desarrollo de la autonomía. Mientras que las recompensas sean más agradables que los castigos, también refuerzan la heteronomía en los niños. 

Aquellos niños que ayudan a sus padres con el único propósito de recibir dinero o dulces, y los que estudian y obedecen las reglas únicamente para obtener buenas calificaciones, están tan gobernados por los demás, como aquellos que son "buenos" sólo para evitar ser castigados. Los adultos ejercen poder sobre los niños utilizando la recompensa y el castigo, y son dichas sanciones las que los mantienen obedientes y heterónomos.
Si queremos que los niños desarrollen una moralidad autónoma, debemos reducir nuestro poder como adultos, abstenernos de recurrir a premios y castigos y animarlos a que construyan sus propios valores morales. Por ejemplo, el niño tiene la posibilidad de pensar sobre lo que debe hacer para que se le crea, únicamente si no es castigado y así, por el contrario, se le confronta con el hecho de que los demás no lo pueden creer.

Tomado de  "LA AUTONOMÍA COMO FINALIDAD DE LA EDUCACIÓN: Implicaciones de la teoría de Piaget" por Dra. Constance Kamii, Universidad de Illinois, Círculo de Chicago.

 
 
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